Todos contra el centro derecha

Una vez más el centro derecha ha sido desalojado del poder por la convergencia de siempre, los socialistas aliados con la extrema izquierda y los nacionalistas. Sin entrar en  épocas más lejanas, en las que también pasó lo mismo, -¡qué fue la República, sino una conjunción de izquierdistas y separatistas para expulsar al centro derecha de la vida política!-, en los últimos años esa alianza lo intentó con el Nunca Mais y el No a la Guerra, y lo consiguió con el vuelco electoral tras el 11 M del 2004, lanzando la mentira de que el atentado fue culpa del PP por haber participado en la Guerra de Irak: falso, nunca estuvimos en aquella guerra, y los auténticos culpables, los terroristas islámicos, prepararon el atentado antes del apoyo de Aznar a Bush.

Ahora, el golpe de mano parlamentario de izquierdistas y separatistas también se ha basado en mentiras. La mentira de que sólo en el PP hay corrupción, la mentira de que Rajoy es responsable de ello, la mentira de que la sentencia culpaba al Partido Popular, y la mentira de ocultar, ése sí, el principal problema de España, el golpismo separatista. No me gusta este PP socialdemócrata pero reconozco que Rajoy se ha ido con la misma dignidad e inteligencia con que ha gobernado frente a unos rivales oportunistas, veletas e inmaduros.  Dimitir antes hubiese legitimado esas mentiras.

Qué duda cabe que este desalojo del PP no hubiese tenido éxito sin la ayuda de la derecha acelerada y de C´s, y sobre todo, si no hubiese sido del agrado del periodismo-leninismo, experimentado en crear una y otra vez oleadas de histeria a favor de un PSOE (y sus aliados) que ha perdido las dos últimas elecciones, y que ahora ha presentado un batiburrillo gubernamental sin programa, esponjable y de diseño.

En Cádiz, también hubo una operación similar entre perdedores para echar a Teófila, la mejor alcaldía desde que hay memoria. Antes, el periodismo buenista preparó el terreno al populismo al regodearse durante años en una mentira que no aseveraban los indicadores de renta (al revés), y que ha hecho mucho daño a la ciudad, la de que Cádiz era casi tan pobre como Ruanda. A partir de ahí a Podemos le fue fácil hablar del hambre infantil, de desahucios masivos y otras majaderías. Han pasado tres años y la gestión populista permanece inane.

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