Nos jugamos el estado de derecho

 

Lo que muchos no han comprendido aún es que el problema de esta moción de censura no es sólo el cambio súbito de gobierno, sino que nos jugamos la pervivencia del sistema constitucional.

Se dijo que la razón de esta moción ha sido ética, acabar con la corrupción. Pero, ¿quién se lo cree viniendo del secretario del partido de los ERES, Cursos de Formación, Valencia, etc., y de los que lo apoyan, los  del 3%, el separatismo, el neocomunismo, y los filoetarras? ¿No habíamos quedado que el principal problema del país era el golpismo separatista, y a otro nivel la corrupción, pero de todos, no solo del PP?

Que los motivos de esta moción son torticeros lo demuestra el pretexto elegido: una sentencia recurrible, dictada por un juez de conocidas ideas izquierdistas, referida a personas del PP de hace 10 años, y que no condena penalmente al partido. Por cierto, una sentencia magnificada por C´s, el partido que levantó la liebre de la moción y que paradójicamente más ha perdido, porque no habrá elecciones.

La moción de censura es un procedimiento constitucional riguroso, con altura de miras y fines constructivos. No puede conllevar motivaciones falsas. Si la moción se basa en la mentira y el acuerdo de un revoltijo de partidos sin programa, puede ser formalmente legal, pero se convierte en un golpe de mano parlamentario. Y esa es la sensación que ha quedado.

De repente, tenemos en La Moncloa a un ególatra de biografía huera, veleta aunque muy tenaz, que ha sacado los peores resultados socialistas en sendas elecciones generales, que sólo ha ganado unas primarias entre militantes podemizados, y que una semana antes parecía comprometido con el apoyo a Rajoy frente al separatismo.

El PNV, siempre traidor, se sumó al final al verdadero motivo de la moción: echar a Rajoy. La pulsión peneuvista de tener un gobierno español débil, de dividir a los constitucionalistas, es decir, de erosionar a España, predominó sobre el pragmatismo, y ahora, como C´s, el PNV puede perder al no recibir el dinero pactado con Rajoy.

Hay que tomar conciencia de que el populismo intentará desbordar el sistema (y gastar ruinosamente), y el soberanismo, avanzar en su afán por romper España. Ambos gobiernan ya las principales ciudades y regiones españolas, además de sostener un gobierno central moldeable.

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