Me alegra la victoria del Madrid principalmente porque es mi equipo (después del Cádiz, claro está), pero también por otras razones basadas en valores objetivos. Primeramente creo que el fútbol mismo ha ganado. Aunque Zidane es por ahora más un buen gestor de egos que un entrenador consumado -¿por qué el cambio de Kroos por Isco, ese magnifico jugador de futbol-sala, que diría Ussía?-, el Madrid es un equipo conformado por el talento. El Atleti es también un equipo de grandes jugadores, pero la filosofía del Cholo está más a favor de la fuerza física, del encontronazo, a veces rayano en la ilegalidad, que del fútbol mismo. Por otro lado, la propia idea del Madrid es un concepto moral: un club señor, con una Historia inigualable en el mundo del futbol, que nunca se contenta con lo conseguido, y a cuyo frente se erige un empresario eficaz y con distinción, que respeta al rival, nunca se queja ni culpa a otros, ha multiplicado la tesorería, y ha ganado tres Champions, la copa que de verdad importa. ¿No debería ser esta institución un modelo a admirar socialmente? Además, para nadie es un secreto que había una España antisistema que deseaba fervientemente la derrota del Madrid. No me refiero a los aficionados del Atleti, desde luego, equipo que merece todo nuestro respeto y comprensión, aunque se debe aclarar que no se mereció el título porque tuvo menos ocasiones de gol, y porque no remachó en la prórroga, con el Madrid agotado, quizás por ese miedo a ganar que siempre le acogota frente a su rival. Me refiero al independentismo que identifica despectivamente al Madrid con el sistema (constitucional) y con España, y al populismo igualitarista que ve un caso de privilegio allí donde sólo hay esfuerzo y capacidad. Por eso, de alguna manera esta victoria lo es de la España que prefiere la superación propia al rencor, que no desea rupturas trágicas, que no habla siempre de culpables ajenos, la del mérito y de las cosas bien hechas permanentemente, frente a la España del victimismo y del igualitarismo perezoso e inmoral. Reitero, no me alegro por el meritorio Atleti. Pero sí quizás por algunos colchoneros sobrevenidos, muy pocos, que casualmente parecen hechos a imagen y semejanza del fútbol ambicioso, trabajado, pero marrullero, visceral, y agresivo de Simeone.