En estos días se ha hablado favorablemente del surgimiento en los últimos años de asociaciones particulares dedicadas a la conservación del patrimonio de nuestra ciudad, como el convento de Santa María, la Catedral y el Museo Provincial, o de iniciativas privadas para mantener un convento como el de Santo Domingo (lo que produciría la envidia de la mismísima Sevilla, que está viendo caer impasible su iglesia de Santa Catalina). No es mala noticia en un país educado en la idea de que el estado debe hacerse cargo de casi todo, eso sí, a cuenta de unos impuestos confiscatorios, aunque de esto no se sea demasiado consciente (trabajamos de enero a mayo para el estado). En Estados Unidos sin embargo sí son frecuentes estas iniciativas particulares, debido a una mentalidad que percibe la intervención estatal en la solución de problemas privados, es decir, la obtención particular de rentas públicas, no como un “derecho”, sino como un abuso. Una mentalidad que va acompañada de un sentimiento compasivo que hace que la sociedad civil americana sea la que más se implique del mundo, en donaciones, voluntariado, acciones solidarias, defensa del patrimonio y fundaciones culturales. Y ello tanto en términos absolutos como relativos. Volvamos a las asociaciones gaditanas. Ya es un milagro, como decimos, que surjan estas iniciativas filantrópicas en un país educado económicamente desde la escuela, la prensa y todas las fuerzas políticas en la presión al estado para que atienda cada vez más “derechos” (que financian otros). Pero aún es más sorprendente que surja –y sea bien acogida- en Cádiz, una ciudad que a pesar de estar muy estatalizada, está acostumbrada a pensar que va mal porque sigue sin ser suficiente la intervención administrativa (se trata de una verdad parcial), y que por tanto debe continuar en la “lucha” por arrancar rentas públicas en vez de orientarse en la responsabilidad de que cada uno se haga cargo de sí mismo, o dicho de otra forma, en la búsqueda de soluciones que no tengan que pagar otros. Me sumo en dar la bienvenida a estas iniciativas particulares surgidas últimamente, también por lo que tienen de ejemplo de que otra forma de hacer las cosas es posible.