Seguimos hoy con el resumen de aquellos recuerdos gaditanos de los años 50, 60 y 70. No cabe sino citar aquí a mi amigo Julio Molina Font, que tan bien ha tratado el asunto en sus muy recomendables libros. Las marionetas de Chacolí en verano en Canalejas con los niños gritando por donde venía “el malo”, Casa Crespo y su famoso “ahora vengo”, las veladas de boxeo del Cine Maravilla, la Academia de Marcela Blanco para aprender a escribir a máquina, los cigarrillos Celtas Cortos, los cánticos de ánimo de la afición cadista: “Por el patio de la Mirandilla ha pasado un avión con un letrero que dice que el Cádiz es campeón. A la bim, a la bam, a la bim, bom, bam, el Cádiz, el Cádiz, y nadie más”, las casetas de madera en la playa de la Victoria, el vapor del Dique que llevaba a los trabajadores para Puerto Real con los estudiantes que hacían rabona, el Piper Club en la calle Enrique de las Marinas (“Quique street”) donde bailaban las chicas go-go en las jaulas y las jovencitas se ponían las minifaldas que llevaban en el bolso, la “Cirila” a su paso por Columela saludando con guasa a los estudiantes, los chiquillos tirándose del Puente Canal en La Caleta, los televisores Vanguard comprados en Crédito Rucas, el “Cubanito” por las calles con su gabardina y vendiendo preservativos, “Juman” con su cámara de fotos besando a todo el que conocía (que era medio Cádiz), las mesitas en las casapuertas para dejar las tarjetas de pésame, los vendedores de tabaco rubio americano guardado en los enormes bolsillos de sus chaquetas en la esquina de Plocia y San Juan de Dios, los chavales bajando por la pared del foso del Instituto Columela para jugar al futbol en su campo de tierra, el autobús escolar de San Felipe Neri llamado “el coco” por su aspecto, las rupturas públicas del carnet del Cádiz de los aficionados cadistas tras una decepción y su regreso al Estadio como si nada hubiese pasado, el conjunto Abunai, los Shaders, los Tekas, las pibas francesas (las majorettes) que desfilaban en las cabalgatas de los Carnavales de los 60 y la expectación que causaban entre el público masculino, las llamadas “Salas de Fiestas”, entre las que se encontraban el Salón Moderno en la calle San Juan y el muy famoso en toda España, El Pay Pay.